Me tocó despedirme demasiado pronto, cuando tan solo empezaba a vislumbrar la maravillosa vida que juntas teníamos por delante.

En sólo 7 meses, ¿qué digo? en sólo 2 días me enseñaste cuánto amor me habías estado guardando. Dejaste tu miedo y tu timidez a un lado para acurrucarte junto a mi ronroneando, y entonces me pregunté por qué habíamos tardado tanto en encontrarnos.
Las mañanas se volvieron divertidas, era tu momento preferido del día, y se convirtió en el mío, con tus croquetas medio adormilada… Luego llegó el sol, y las horas de tranquilidad en la terraza, llena de rincones para explorar, y de sitios blanditos. ¡Qué suerte haberla podido compartir contigo! La guerra abierta con la maceta de la escalera, los partidos de fútbol con cualquier pelotita, pero sobre todo tu compañía en cada rincón. No estabas dispuesta a dejarme sola y he pasado contigo el invierno más cálido del mundo.
Ha sido muy triste ver cómo te apagabas, cómo ya no podías más, y por eso de eso no quiero hablar… sólo recordarte tan preciosa como eras, tan buena compañera.
Siempre serás mi primera gatita y la más especial. La que me enseñó cuánto amor podéis dar. Por eso estaré siempre tan agradecida a las personas que te trajeron a mi vida, a las que te rescataron, y cuidaron tan tan bien, hasta ese momento, a las que te enseñaron a confiar.
Gracias por darme tanto sin pedir nada, por hacer que, a pesar de la tristeza, haya merecido cada minuto la pena.
Siempre estarás en mi corazón, Misa. Vuela alto.
Sonia
Comments are closed, but trackbacks and pingbacks are open.