A partir de ahora, hay un angelito más de cuatro patas correteando por el cielo de los perros.
Ayer tuvimos que despedirnos de Sisa, con el corazón encogido y con lágrimas en los ojos. Tuvimos que decirle adiós, aunque fuese contra nuestra voluntad… pero desgraciadamente una torsión de estómago nos la ha arrebatado.
Querida Sisa, nos dejas un vacío enorme, tanto en el refugio como en el corazón de todo aquel que tuvo la suerte de conocerte. No estábamos preparados para esto, para verte marchar tan pronto…
Desde aquí, deseamos que, allá donde estés, seas muy feliz, al igual que lo eras en el refugio con nosotros, con esa picardía y esa sonrisa que nos contagiabas a todos…
Sabemos que no pudimos darte ese final feliz que te prometimos y con el que tanto soñaste día tras día durante años… sabemos que no pudiste conocer aquello a lo que llaman hogar, que no pudiste disfrutar de una vida fuera del refugio…
Tuviste que irte sola de aquí, sí, pero nos quedamos con que SÍ tuviste la suerte de tener una familia: todo el grupo de voluntarios del refugio Sofía.
Nos quedamos con todo el amor que te dimos y con todos los buenos momentos vividos. Te protegimos y cuidamos procurando que en tu paso por el refugio no te faltase de nada y fueses una perra feliz… creemos que lo conseguimos, que te sentías querida y arropada por todos nosotros, así que con eso nos quedaremos.
Te llevas una parte del corazón de los voluntarios contigo y recuerda que siempre serás recordada por todos. Eras nuestra gorda, nuestra veterana invisible en la que nunca nadie se fijó, pero que conquistó el corazón de todo aquel que la conoció.
No tuviste la suerte de ser adoptada, pero nosotros tuvimos la suerte de compartir el día a día del refugio a tu lado, un gran privilegio.
Descansa en paz Sisa. Te echaremos de menos.